Uno no escoge lo que le toca vivir, solo trata de hacerlo de la mejor manera, llevando el dolor y la alegría con la mayor dignidad, entendiendo que ambos son parte de la existencia.
Cuando niños creemos que todo será felicidad, pero de adultos comprendemos que la vida tiene sabor agridulce. Pero ante las dificultades debemos tener serenidad y creer que lo mejor siempre será lo que va a pasar. Así en lo dificil con nuestra pareja, debemos aprender a perdonar, que es un ejercicio del querer, y aunque vivamos momentos muy duros, siempre el respeto debe ser la constante. Amor sin respeto no es amor, puede ser pasión o atracción, lo que quieran, pero en el respeto el amor se complementa y hay espacio para crecer y no morir.